La educación confinada aumenta la brecha social en todo el mundo

Encontrar un plan para evitar que nadie se quede atrás, desafío del sistema educativo

El jueves 12 de marzo el Conseller de Educación, Vincent Marzá, y la Consellera de Universidades, Carolina Pascual, comparecían ante los medios acompañados por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y otros miembros del Consell. El anuncio era claro: se suspendían las clases en todo el territorio a partir del lunes 16 y de manera indefinida a causa de la crisis sanitaria. Después de la sorpresa y conmoción inicial que supuso para todos los actores que forman la escuela, se abrió un periodo de incertidumbre generalizado que se extendió a todos los aspectos de la vida cotidiana. En materia de educación, administraciones y docentes empezaron a elaborar el que sería el plan para las próximas semanas. Un plan educativo que se ha alargado más de dos meses.

“En un primer momento, la educación a distancia funcionó de forma improvisada a través de medios alternativos como el correo electrónico, WhatsApp o la página web familia de la Generalitat”, apuntan desde FAMPA Castelló rememorando aquellos primeros momentos de educación confinada. La web Familia estaba orientada a la comunicación con padres y madres pero se convirtió en uno de los ejemplos de esta repentina adaptación al nuevo contexto. Toda la comunidad educativa se volcó para idear soluciones de una forma creativa, iniciativas que en muchos casos han llegado para quedarse. Más adelante, habilitaron “ plataformas orientadas en la educación” y tuvieron que hacer frente a algunos “problemas iniciales como la saturación”, recuerda la entidad.

La preocupación por continuar con la educación durante el confinamiento centró uno de los principales debates de los primeros días y a esta problemática pronto se unió la brecha digital. Una cuestión que no solo preocupa en el ámbito local, sino que se extiende a todo el mundo. Expertos, AMPAS, colectivos, docentes y muchas entidades han reflexionado y analizado un tema que parte de una pregunta fundamental: ¿Cómo garantizar el acceso igualitario en la educación si hay familias sin recursos ni acceso en la tecnología? Desde FAMPA, aseguran que el profesorado “ha estado disponible para colaborar en esta cuestión desde el inicio”. Para conseguirlo, “han contactado con las familias para asegurar que todo el alumnado dispusiera de toda la información”. Sin embargo, remarcan que hacen falta más medidas para compensar esta situación.

Save the Children se pronuncia en la misma dirección en el informe “COVID-19: Cerrar la brecha”, publicado recientemente. La ONG avisa de que estos meses de educación no presencial pueden aumentar todavía más las diferencias y desigualdades y propone un plan de ocho ejes destinado a evitar que unos estudiantes tengan más oportunidades que otros por el simple hecho del nivel socioeconómico a que pertenecen. Entre las ideas de la organización destacan programas educativos de verano, refuerzo extraescolar, condensar el currículum para el próximo curso, crear un sistema de becas que garantice el acceso al comedor escolar y proporcionar tecnología al alumnado que tiene menos disponibilidad, entre otros. Este último punto es crucial porque tal como demostraba el informe PISA en 2018, un 61% de los hogares con un nivel socioeconómico alto tienen tres o más ordenadores por persona. En las familias con más dificultades, solo un 11% tienen más de tres ordenadores y hay un 14% que no tiene ninguno.

En este sentido, la investigadora de Sociología de la Educación, Aina Tarabini, afirma que el bienestar social y emocional del alumnado influye en su éxito escolar. La vinculación emocional con la escuela, el profesorado y el alumnado son factores clave de protección ante el abandono escolar. Con el confinamiento, este contacto se ha reducido al mundo virtual. Un hecho que dificulta que los estudiantes de niveles socioeconómicos más bajos puedan tener la atención necesaria debido a la brecha digital.

“Es urgente adoptar medidas que compensen esta situación”, esto es lo que se desprende del informe elaborado por UNICEF. Se trata de una adaptación al contexto español basado en las directrices de esta organización, la OMS y la Federación Internacional de la Cruz Roja. El documento subraya la importancia de poner en marcha un plan para evitar que nadie se quede atrás porque, según manifiesta, “el cambio que ha supuesto el confinamiento ha tenido impactos desiguales en diferentes grupos de edad y socioeconómicos, así como en los que tienen necesidades educativas especiales”.

La educación es un puente que salva brechas sociales, económicas y educativas. Actúa como una semilla para ofrecer las mismas oportunidades a todos los niños y niñas sin importar su condición o situación. Ahora, los desafíos son claros: garantizar la seguridad y compensar la brecha social que se ha hecho más grande en estos meses. Entidades de todo el mundo reivindican este papel de la educación y luchan porque nadie se quede atrás. Sin saber todavía como se hará la vuelta a las escuelas, solo queda esperar que “todo salga bien”.