La educación de los pueblos involucra al vecindario y dinamiza la comunidad
Docentes, alumnado y familias son tres de los actores más importantes de un centro educativo. Un colegio activo abre sus puertas con acontecimientos diferentes que involucran estudiantes y familias consiguiendo, por ejemplo, que un Festival de Navidad o un recital de poesía eduquen no solo a los niños y niñas, sino a todos los que se animan a cruzar la puerta de la escuela. En una ciudad, la tarea del centro a veces se extiende a los barrios donde se encuentran y hay colegios que se involucran en todo tipos de actividades pero si hay un lugar donde las escuelas son actor fundamental de sus comunidades es el mundo rural.
Con una población menor a los 700 habitantes, la escuela de Caudiel se ha convertido en uno de los agentes más importantes del municipio: “creo que la educación va más allá de lo que se aprende en los centros”, apunta Celia Juesas, presidenta de la AMPA del Aulario de Caudiel, “si hay muchas entidades involucradas, la educación será más integral y habrá una visión más amplia del mundo”. Por este motivo, organizan toda clase de iniciativas, algunas de ellas incluso rememoran tiempos pasados.
Hacía más de 30 años que no se escuchaban los cantos de las albadas por las calles de Caudiel, una tradición donde los chicos jóvenes recorrían el pueblo desde el 25 de noviembre hasta nochebuena cantando a las chicas. Este año, las notas musicales han vuelto a inundar el municipio gracias a los escolares que participaron en una actividad en la que involucraron a toda la población unos meses antes. El colegio invitó a las familias y la gente mayor del pueblo y juntos recuperaron la letra de estos cánticos populares bajo el proyecto “Caudiel, la música que somos”. Después, salieron a las calles durante un fin de semana para poner voz y música a estos versos recuperando así la tradición. El año anterior reivindicaron las lenguas que hablan las familias del pueblo con la iniciativa “Caudiel, un tesoro de lenguas” donde la narrativa y los cuentos fueron los protagonistas.
La noche del 31 de octubre los “monstruos” de Halloween pasearon por Sant Rafel y recogieron dulces de más de 15 lugares del pueblo. Niños y niñas también llenaron de color y fiesta las calles durante el carnaval y participaron activamente en la Feria de Otoño, en las celebraciones del patrón y en Santa Catalina. Este año no podrán celebrar su fiesta grande de final de curso, que cuenta con actuaciones de todo tipo y una cena donde está invitado todo el pueblo, pero han hecho de la creatividad su recurso principal y crearán un video conjunto desde casa porque creen la importancia “de organizar actividades en los lugares donde la población es pequeña” destaca la presidenta de la AMPA, Elisabeth Itarte.
A causa de la crisis sanitaria muchos municipios se han quedado sin sus fiestas de verano. Un acontecimiento que motivaba a las personas del pueblo y fomentaba la participación de aquellas que viven en otros lugares. Este es el caso de Cervera del Maestre, un municipio de menos de 600 habitantes donde este verano no habrá fiesta. Sin embargo, el AMPA del aulario no ha querido dejar pasar la oportunidad de juntarse con otras asociaciones del pueblo para idear actividades que respeten las medidas sanitarias y que dinamicen el pueblo durante estos días. Una tarea que desde las familias consideran fundamental: “las actividades de la AMPA en una ciudad se dirigen normalmente al colegio”, apunta Maria José, “en cambio aquí intentamos que todo el pueblo esté informado y lo involucramos”. Más de 100 kilómetros al sur, el municipio de Eslida también trabaja en esta línea. Las familias de la escuela Francisco Mondragón participan y colaboran con el Ayuntamiento para “organizar actividades y crear así un ambiente de unión”, resalta la presidenta de la AMPA, Arancha García. Además, en Eslida las familias de la escuela organizan la llegada de Papá Noel.
En un entorno con carencias de servicios, la unión y la cooperación de sus habitantes es, muchas veces, una de las herramientas principales para hacer frente a las dificultades de las escuelas rurales. De hecho, en algunos casos no tienen extraescolares porque es difícil gestionar los desplazamientos ni servicio de comedor. Por este motivo, las escuelas reivindican su papel e intentan suplir esta carencia con otras iniciativas: “tenemos pocas opciones porque somos una ‘España vaciada’ de servicios” subraya Beatriz Vizcaino, presidenta de la AMPA del Aulario de Montán, por eso estar activos “es una forma de crecer y hacer cosas grandes a pesar de ser pequeños”. Así, los centros involucran el pueblo y a la vez dinamizan la comunidad que lo rodea aportando un valor añadido en la educación de niños y niñas. Iniciativas creativas que van más allá de las paredes de un edificio, ideas que solo se pueden hacer en el mundo rural donde la educación es también más personalizada y donde la escuela es, como decía el maestro rural Luís Iglesias, “aula, taller y comunidad”.